First published at 19:01 UTC on April 2nd, 2024.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Dan
la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino.
Pero han descuidado los asuntos más importantes de la Ley,
tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían
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¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Dan
la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino.
Pero han descuidado los asuntos más importantes de la Ley,
tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían
haber practicado esto sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos!
Cuelan el mosquito, pero se tragan el camello.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Limpian
el vaso y el plato por fuera, pero por dentro están llenos de robo
y falta de dominio propio. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por
dentro el vaso y el plato, así quedará limpio también por
fuera.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas!, que son
como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos, pero por
dentro están llenos de huesos de muertos y de impurezas. Así
también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos
pero por dentro están llenos de hipocresía
y de maldad.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas! Construyen
sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los justos.
Y dicen: Si hubiéramos vivido nosotros en los días de nuestros
antepasados, no habríamos sido cómplices de ellos para
derramar la sangre de los profetas. Pero así quedan
implicados ustedes al declararse descendientes de
los que asesinaron a los profetas. ¡Completen de
una vez por todas lo que sus antepasados
comenzaron!
¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes
de la condenación del infierno? Por eso yo les voy a enviar
profetas, sabios y maestros. A algunos de ellos ustedes los
matarán y crucificarán; a otros los azotarán en sus
sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo.
Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la
sangre justa que ha sido derramada sobre la
tierra. Sí, desde la sangre del justo Abel
hasta la de Zacarías, hijo de Berequías.
A este, ustedes lo asesinaron entre el
santuario y el altar. Les aseguro que
todo esto vendrá sobre esta
generación.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a
los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos,
como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, per
no quisiste! Pues bien, la casa de ustedes va a quedar
abandonada. Y les advierto que ya no volverán a
verme hasta que digan: ¡Bendito el que viene
en el nombre del Señor!
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