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Estimados obispos y sacerdotes:
¿Sois conscientes de la realidad en la que se encuentra la Iglesia católica actual? Presentamos cuatro opciones.
Opción A
Si mantenéis la estructura eclesiástica de Bergoglio, haréis avanzar un programa suicida a través del camino sinodal, y eso es un delito y grave abuso de la obediencia. ¡Bergoglio está perpetrando el mayor fraude y maldad en la historia de la Iglesia!
Siempre ha habido cizaña, pero prevalecía el núcleo sano. Los pecadores arrepentidos tenían adonde regresar. Después de que se complete el llamado proceso sinodal, no habrá ningún lugar donde regresar, porque el núcleo sano habrá sido completamente destruido para entonces. El Espíritu de Dios será completamente expulsado de esta estructura vaticana y sólo quedará el espíritu del bergoglianismo y del satanismo. La anti-Iglesia bergogliana arrastra a las multitudes a la perdición.
La situación actual en el Vaticano hace imposible elegir un verdadero papa católico. El sistema que allí rige ha designado a los más altos cargos la gente con el espíritu de Bergoglio, que son los únicos candidatos a la elección. Pero incluso si ocurriera un gran milagro, que algún sucesor de Bergoglio se convirtiera y pusiera en marcha una verdadera reforma, este sistema lo mataría de inmediato.
En lo que respecta a la historia, también hubo papas indignos, pero ninguno de ellos predicaba una enseñanza diferente, un evangelio falso o herejías. Cuando el papa Honorio aprobó una fórmula herética confusa, fue excomulgado póstumamente por ello.
La opción A es una opción de aceptación pasiva del suicidio espiritual gradual de la Iglesia. La culpa recaerá sobre cada obispo, sacerdote y laico que no se desvincule del sistema criminal de Bergoglio.
Opción B
La solución es una separación radical del actual sistema apóstata. Todavía existe la posibilidad de que la conferencia episcopal en Polonia o Brasil o los Estados Unidos o en cualquier otro lugar rompa con la subordinación al Vaticano herético actual y reconozca al papa católico verdadero. El apóstol Pedro dijo el día de Pentecostés: «Salvaos de esta generación perversa» (Hch 2). Si los primeros cristianos no se hubieran salvado apartándose, el cristianismo habría sido cortado de raíz. De manera similar, los profetas llamaban al pueblo de Israel diciendo: «¡Salid de Babilonia!». Hoy, Roma y el Vaticano son la Babilonia espiritual. El Vaticano ya no es la columna de la verdad, y si alguien dice que lo es, miente. Por lo tanto, la opción A —no hacer nada— es una solución suicida. Permite que la estructura herética lleve hasta el final el llamado proceso sinodal de destrucción de la Iglesia. Prevé concluirse en 2024. El objetivo de Bergoglio es transformar la Iglesia católica en una anti-Iglesia satánica de la Nueva Era.
Estimados obispos y sacerdotes, si no os salís de la Babilonia espiritual, seréis responsables de las almas que acabarán en la estructura de Satanás, de la que difícilmente podrán salir.
Una estructura católica paralela con enseñanzas ortodoxas y un papa ortodoxo sigue siendo una solución real hoy en día. La secta bergogliana se está transformando en una anti-Iglesia satánica al respaldar la idolatría, así como la ideología de género perniciosa y antinatural y perversiones inmorales LGBTQ. El coronamiento de todo ello es la entrega a los demonios siguiendo el ejemplo de Bergoglio en Canadá.
Estimados obispos y sacerdotes, si no dais el paso radical de la separación, los católicos ya no tendrán salida. Muchos probablemente terminarán en denominaciones protestantes en el mejor de los casos. Pero si dais el paso radical de la separación lo antes posible, podéis salvar a un gran número de católicos genuinos.
Opción C
Si rechazáis o descuidáis la opción B, existe la opción C. La Iglesia de Cristo tendrá que pasar a las catacumbas de la clandestinidad, y será minoritaria. La secta bergogliana machacará a la mayoría de los católicos mediante el abuso de la obediencia. Cambiará su forma de pensar para que acepten las antileyes, las herejías, la inmoralidad y el espíritu del mundo. Esto completará el proceso de cambios iniciado en el Concilio Vaticano II, es decir, la llamada transformación de la Iglesia. Sin embargo, la Palabra de Dios no ha cambiado: «¡Las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia!»; pero esto se refiere a la clandestina Iglesia de Cristo. La mayoritaria y transformada Iglesia de la Nueva Era del anticristo estará sentada como la ramera apocalíptica en el trono en el Vaticano con un papa falso.
Opción D
Esta opción presupone las opciones B o C. ...
